La ley relativa al fraude varía de un país a otro. En general podemos definirlo como el uso del engaño para obtener beneficios o causar perjuicios a personas u organizaciones. Este término comúnmente incluye actividades como robo, corrupción, conspiración, malversación de fondos, lavado de dinero, soborno y extorsión. En los últimos años ha habido muchos cambios en el sistema legal con respecto al fraude, tanto en el Reino Unido como a nivel internacional. Un falso paradigma: que el fraude aparece en los titulares, mientras otras organizaciones se sientan y observan diciéndose a sí mismas, que «no podría suceder aqu»‘. Pero la realidad es que el fraude puede ocurrir en cualquier lugar. Si bien los medios de comunicación detectan relativamente pocos fraudes importantes, todo tipo de empresas pierden grandes sumas como resultado de la gran cantidad de fraudes menores que se cometen. No hay duda los riesgos de fraude estén aumentando, ya que vemos una creciente globalización, mercados más competitivos, rápidos desarrollos tecnológicos y períodos de dificultad económica. Se estima que la corrupción le cuesta a la economía mundial alrededor de US$ 2,6 billones cada año.
Diferentes tipos de fraude:
• delitos cometidos por particulares contra consumidores, clientes u otros empresarios, por ejemplo, tergiversación de la calidad de los productos; esquemas comerciales piramidales
• fraude de empleados contra empleadores, por ejemplo, fraude de nómina; falsificación de declaraciones de gastos; robos de efectivo, activos o propiedad intelectual, contabilidad falsa
• delitos cometidos por empresas contra inversores, consumidores y empleados
• delitos contra instituciones financieras
•delitos cometidos por individuos o empresas contra el gobierno, por ejemplo, fraude de subvenciones; fraudes de reclamos de beneficios de seguridad social y evasión de impuestos
•delitos cometidos por delincuentes profesionales contra organizaciones importantes, como grandes redes de falsificación; fraudes hipotecarios y lavado de dinero
• ciberdelincuencia por parte de personas que utilizan computadoras y tecnología para cometer delitos, por ejemplo, phishing; spam; delitos de derechos de autor y fraudes de ingeniería social.
Según ACFE, las pequeñas empresas (con menos de 100 empleados) sufren fraudes con más frecuencia que las grandes organizaciones y se ven afectadas por pérdidas medias más altas.
El Modelo «Triángulo del Fraude»:
Este modelo se basa en la premisa de que es probable que el fraude resulte de una combinación de tres factores: motivación, oportunidad y racionalización del delito. Una de las formas de mitigar el fraude es disminuir el motivo o la oportunidad, o preferiblemente ambos.
En síntesis, un factor fundamental es que la junta directiva realmente se comprometa a mantener una atmósfera honesta, abierta y bien intencionada dentro de la organización.
Por FCN